Silencios

Creí haber probado todo, creí que las sensaciones ya no podían tener nada nuevo, creí que el repertorio de alucinaciones ya se había agotado. Pero apareciste como un flashback en mi cabeza, irrumpiendo como el ruido de la bocina de un tren en medio de la noche, como una bala que embiste a toda velocidad la tranquilidad de una noche familiar.
Apareciste como el resultado inesperado de una acción premeditada. Como una lluvia en pleno enero y como un atentado en Bagdad.
Dejaste un pito en mis oídos que aturde el razonamiento. Fue como un knock out en el primer round.
Después de eso abrí los ojos y no pude enfocar porque aún mi orientación no se restablecía.
Estuve a la deriva por eternos segundos hasta que nuevamente te encontré.
Saliste en medio del silencio y ahí te quedaste, porque ahí es donde las cosas son cómodas, donde mejor se leen los mensajes subliminales, donde los sustratos son los precisos y óptimos para que las reacciones ocurran y, por supuesto, donde se fabrican los silencios que dicen más que las palabras, esos mismos silencios que estuvieron prontos a extinguirse, pero que gracias a la magia que tienen de forma inherente, volvieron a brotar en todo su esplendor.