Fluir de Conciencia
Pienso que es tarde, pienso que tengo sueño, pienso en lo que pienso y pienso que es redundante. Pienso en el día, pienso en el mal día, pienso que los malos días se están volviendo costumbre, pienso que no debiera pensar tanto, pienso que a veces pienso demasiado, tanto asi, que pienso en lo que pienso y en la redundancia de pensar en eso que pienso. Sigo pensando que a veces pensar es nocivo no por lo que se pueda pensar de manera intencionada, sino por la avalancha de cosas que debo recordar que no debo pensar, porque si me pongo a pensar en eso, entonces los pensamientos se vuelven sórdidos y afloran los malos pensamientos; esos que salen con rabia por ser tan reprimidos, esos que se avergüenzan de alojarse en mi cabeza, esos que me hacen pensar en lo malo que es pensar. Por eso prefiero pensar que no debiera estar pensando, pero luego lo sigo pensando y me convenzo de que no es malo pensar, porque si pienso, pienso en eso que me gustaba tanto pensar a esta hora; a esta hora tarde, a esta hora que tengo sueño, a esta hora en que pensar en lo que pienso me hacía tan bien, y que pensar en esa redundante idea me hacía feliz, porque así pensaba dos veces más en eso que tanto me gustaba pensar, y que aún disfruto, pero ya no tanto, porque pensar en eso ahora es triste; porque ahora eso, sólo habita en el ámbito del pensamiento.