jueves, enero 10, 2008

Amor y trascendencia

De todos los móviles del ser humano, creo que hay dos que son los mas importantes: el poder y el amor; porque son los dos que apuntan hacia una de las necesidades espirituales más grandes del hombre, que es la trascendencia. Es por la trascendencia que el hombre forma una familia, tienes aspiraciones, porque busca darle perpetuidad a su paso por la tierra. Los hijos, son la continuación del hombre, es la sangre de la propia sangre. El éxito es lo mismo, es la obra del ser humano concretizada, llevada a cabo y es sinónimo de la capacidad del hombre para emprender y lograr un fin. En el fondo, esos son los argumentos que pavimentan el camino del hombre a la trascendencia.
El problema que tienen estos dos móviles, es que como ambos apuntan al mismo fin, tienden a confundirse, porque, a mi parecer, son excluyentes el uno del otro.
El móvil del poder, lleva al hombre a tener la falsa sensación de superioridad, y es ahí, cuando se deja de reconocer al resto como iguales, cuando se cometen las atrocidades de las que somos testigos a diario. Un hombre que deja de ver al resto como iguales, es capaz de tolerar una distribución desigual de recursos, es capaz de caer en faltas a la ética, es capaz de priorizar entre vidas que tienen un mismo valor. El camino del poder es sinónimo de ambición, es sinónimo de hacer lo que sea necesario con tal de llegar a una meta a expensas del resto, porque como no se ve a todos iguales, empieza a aparecer gente que es consideradada como dispensable en el camino y que por lo mismo no es necesaria.
Un camino de amor en cambio, nos sitúa a todos al mismo nivel por lo que todos son importantes para lograr la trascendencia que se pretende alcanzar. Un camino de amor no prioriza entre iguales, porque asi como el poder es un camino egoísta -porque el poder no se comparte- el amor se acompaña de altruísmo, entrega y solidadridad, porque el amor es contagioso. El amor es compartir.
El amor es lo que motivó a gente como Ghandi, a gente como muchos Santos, al mismísimo Jesucristo, y todos ellos trascendieron por la misma razón: por amor a sus iguales. Como ya dije, el amor es contagioso y de los pequeños guiños de entrega desinteresada, es que el amor pasa de una persona a otra. El problema es que estamos tan acostumbrados a no ver las cosas importantes, que ante nuestros ojos pasan muchas veces desapercibidos todos esos momentos en que el amor se hace presente y nos rodea, y desperdiciamos la oportunidad de recirbirlo y entregarlo para que el mundo se llene un poco más de amor.

miércoles, enero 02, 2008

Trabajo

La angustia y la nostalgia caminan de la mano cuando estan con la soledad. Mientras conversas con la soledad, la nostalgia te susurra cosas al oído y la angustia, cómplice, se ríe discretamente.
Después de abandonar charlas banales, todos se sientan en una mesa grande y discuten como lo hace la gente importante. Llegado un momento, toman decisiones, firman acuerdos y después salen a celebrar.
A veces se van de vacaciones y es ahí cuando la gente se siente rara. Por ejemplo, el otro día el enojo me contaba que en una reunión que tuvo con el resto, se había ido emputecido. Nadie lo escuchaba según él y, más aún, la pena se habia estado riendo de él porque la nostalgia no lo dejaba hablar. Optó, finalmente por tomar unas vacaciones para repensar las cosas, a lo mejor estaba un poco estresado. Lo reemplazó la pena...
La vergüenza es bien particular, es sumamente silenciosa pero siempre se las arregla para aparecer con el resto. La mayoría no se da cuenta, pero siempre está.
Pero de todos, el menos querido dentro de la palnta, es el olvido. Nadie lo quiere. Siempre trata de hacer su trabajo pero nadie lo deja. Lo peor de todo es que es el más necesario. Nadie lo valora. Por eso, yo creo que si tuviera que elegir a uno de estos tipos, yo sería el olvido. Porque se necesita carácter para ser olvido. Hay que sacar la voz, gritar cuando es necesario y ser bien claro para decir lo que hay que decir.
La nostalgia se lleva mal con el olvido, nunca lo deja trabajar, lo hostiga siempre. A mi me gustaría que el olvido hiciera su pega, asi me evitaría tener que escribir líneas terapéuticas, y no mataría mi tiempo frente al computador. Así no estaría dandome macanazos en la cabeza para ver si asi la nostalgia se aturde, apostando a encontrar el preciso momento en que se le va a ocurrir aparecer para nuevamente hacer de las suyas.
Si tuviera a la nostalgia en frente mío, le preguntaría por qué se ensaña tanto conmigo, aunque creo que ya sé lo que me respondería: "lo siento viejo, es mi trabajo".