miércoles, noviembre 29, 2006

La disculpa

Miró la hora en el reloj, y se percató de lo tarde que era. Entonces, volvió a odiar esa maldita distancia que sentía como una muralla infranqueable. Odió esos malditos sentimientos descubiertos, porque así como hacían llover las buenas intenciones, también apelaban su cordura y le hacían expresar una inestabilidad inusitada.
Volvió a mirar el reloj, y frustrado descubrió que probablemente ella nunca entendería cómo se sentía todo dentro de su cabeza. Comenzó a divagar con desesperación intentando encontrarla en sus recuerdos para hacer volver el momento en que aún todo era ideal. Deseó borrar con el dedo el tiempo para evitar que el punto de inflección llegase, para así no tener que confesarle todo a una hoja de papel e irse a la cama con la incertidumbre de saber si las cosas como estaban, volverían a ser lo que fueron.
Lamentó los mensajes subliminales y los gritos mudos que no habían encontrado el receptor que él hubiese querido. Lo que más le dolió fue tener que afrontar las consecuencias de sus actos, nunca le importó su propio orgullo, pero sí sentía cómo los segundos de incertidumbre e indeferencia penetraban al rojo vivo por debajo de sus uñas.
Sufrió por tener que conformarse esa noche de valorarla desde su ausencia y no desde el hábito de hablarle y compartir un eterno y cómodo silencio.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

te dije q hoy no escribiria
y
no sé que escribirte

noviembre 29, 2006  

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